Cuando la hostia canta sobre los valles,
Mi voz recorre imágenes que habitan la jaula de mi pecho,
Tal vez escuche vientos que vienen desde lejos,
Irrumpiendo el sagrado silencio de pasos perdidos en el camino del rocío que
apenas se hace perceptible a los parpados cegados por el lado oscuro de la luna,
que brama en el ocaso sus días en el temible eclipse,
Donde el vino se vierte en el cáliz de la eterna figura del espejo desdoblado, De
sagrada noche , empapada de locura vestida de loba que devora las entrañas del
verbo en estado impuro de las palabras no dichas,
Envidio la dureza del diamante y el culto al sol, como única religión la cual no
practico, en el pedestal de mármol del espíritu posado en las postrimerías del alba,
Estoy bajo el infinito, allí donde brota la lagrima profana para descifrar el oráculo
del destino,
Soy apenas una hoja en el tiempo.
Parto en carne y alma, dejando senderos pulverizados de pensamientos, que se
esconden como días de vida inconclusa en el plumaje del pájaro azul ,
Que gotea dolor sobre las estrellas errantes en el cofre de cenizas de una
ceremonia interminable.
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