MAXIMAS
(Soneto)
El tiempo que pasó, es inalcanzable.
El correr: no prolonga ese camino;
el final, al nacer, nuestro destino
nos sentencia en un fallo inapelable.
El alma es un caudal inagotable,
si le fluye cual fuerte torbellino
el amor en su estado más genuino;
ahogando la actitud del miserable.
El que levanta un muro, nos separa.
Nos integra, el que un puente nos construye.
Nos orienta: ¡Quien sabe donde anda!
Más a oscuras, la luna, más aclara.
El oro dividido, disminuye.
¡El alma repartida, más se agranda!
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