LA SALITA
(de Sonetos de andar por casa)
Escasa la ración de aire habitado
su mundo encierra en diminuta talla
y nada sobra aquí ni en falta se halla
si, por gusto, echas cuentas de su estado.
Está así el corazón acostumbrado
a estas cuatro paredes donde calla
si alguna pena dentro le avasalla
de su breve rectángulo o cuadrado.
Los libros, ya sin orden ni concierto,
dan fe en la vertical de ese ir incierto
del caño al coro, del sofá a la silla.
Y sin remedio está, diariamente,
la tele en pie de guerra, justo enfrente
del poeta en la mesa de camilla.
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