DESPEDIDA
(Hospital BEL AIR. Tionville. Francia)
Desde el profundo adiós de su mirada
le acechaba la muerte. Cuestión era
de celebrar la tarde abanderada
de soledad urgente.
Huir de aquel pañuelo
florecido de lilas o de espuma
lleno.
Salir por un pasillo de estéril descarrío
en cruel retirada, en amorosa
desazón. Onda de amor
proyectando una piedra interminable
sus ojos eran fríos de morirse,
heno de Dios tan verdes, tan ocultos.
O no fuera mortal el abrazo debido
como un postre absoluto. Hasta podría
dar hilo el corazón de no saberse
desterrado, sin una cruz o un árbol
para asirse,
cárdeno ya de patria requerida.
Padre mío.
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