A MI ABUELA
En tus ojos emergen dos faros
ebrios de una pureza insondable,
dársena llena de paz y de vida
carente de aderezos ni ropajes.
Calima de mis días es tu aura
rebosante de sencillez y dulzura,
el cielo emula tu mirada cristalina
bajo los versos que pulen mi escritura.
Flor perenne contra viento y marea,
como un dogma exento del tiempo;
tez inmaculada envuelta en luna,
cálido cobijo de cada día,
sin temores…, sin lamentos…
Eres esencia exquisita de una vida
que forjó mis propios cimientos,
por ello no hay palabras suficientes
[abuela,
para rendirte un justo agradecimiento.
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