Le ofrecieron la comodidad
más absoluta:
almohadas sin sonido,
la blandura movediza de las arenas
con un ocaso regulable…
Y el hombre dijo no.
Le ofrecieron la bolsa,
el estandarte,
la canción con burbujas de imprenta,
el aire parado de después
donde la eternidad iba formando
una fuente sin nudos...
Y el hombre dijo que no.
Había elegido no salvarse.
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