El viento me acaricia el traje de una tarde grapada al pasado,
me arrulla, me duerme, me hiela
como si fuese una hoja de ruedas dentadas.
La sombra también me recuerda
que el tiempo es valor sin valía
y que diapositiva tras otra
las luces se llenan de ella.
Añoro tu bolso cuando clavado en mí
me hacía sentir la eterna pesadez
del millón de besos esperados
confiados en un sueño ligero.
Y ahora, de vuelta al viento del norte,
mis ojos se despiden
del humo que levantaste en mi vida.
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Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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