En el alma reposa la codicia,
bálsamo que a tu cuerpo hubiese dado,
de no ser porque en ti se han acabado
la pasión, el deseo y la caricia.
Sin dudar mi dolor busca justicia
en tu cuerpo de mieses ya explorado;
no olvides que tus labios me han besado
acrecentando en mí tanta delicia.
No quiero recordar... pero no olvido.
Dudo si soy guía o marioneta:
no puedo arrinconar lo ya vivido.
¿Soy pecadora por no ser asceta...?
¿Por vivir un sentimiento cohibido...?
¿Por ser mujer y, ante todo, ser poeta...?
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Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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