Y así empezaron mis días de infortunio
con no poderte recordar ni verte reflejada,
en el claro cristal de mis recuerdos.
Ya se acabó el amor por ti y por mí;
ya somos dos extraños que se miran, en otros ojos, otras lunas no quebradas,
que reflejan otros cuerpos, otras manos, otros besos,
después de haber botado a la corriente,
los maléficos trozos del espejo.
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Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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