Me voy a echar un trago de este vino
que en su tierra me dicen que enamora;
sólo un trago de amor a cualquier hora,
rosado, tinto, blanco o ambarino.
Beberé de su bálsamo con tino,
—ajeno a la pasión embriagadora—
como quien va a probar cuanto atesora
de placer la bodega que adivino.
No sé que he de sentir con la bebida
cuando en mi sangre corra decidida
después de mi esperado paladeo.
Será un vino especial, nada corriente,
que lleve al corazón directamente
su agridulce sabor; yo así lo creo.
(De Muestrario de diarias emociones)
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Este poema participa en el
I Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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