Nadie me vio llorar por lo perdido
tan cercano a mi ser por necesario,
dentro y fuera de mí en cualquier horario
y, al fin, que ahora condené al olvido.
Lo quise con pasión y sin sentido
pude ser hasta un muerto voluntario
a tanta entrega en su placer diario
como un vicio con riesgo, consentido.
Hasta que una lanzada por mi pecho
me volvió a la razón, por lo derecho
al gozo del vivir paradisiaco.
Lo aparté de mi vida, alegremente;
cunda el ejemplo entre la buena gente,
amante fervorosa del tabaco.
(De Muestrario de diarias emociones)
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Este poema participa en el
I Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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