Me miras y te miro, amada mía,
en el cuarto de estar con la ternura
cuando la tarde cae y el sol apura
en la pieza su efímera estadía.
Están nuestras miradas, a porfía:
la tuya, abandonando la costura
y levantando el vuelo en la escritura
van mis ojos a tu mensajería.
Silencio, soledad, mudo alfabeto
del alma compartiendo su secreto
en ida y vuelta el angustioso envío.
Solos, amor, cuando la hora llega
que a la paz del hogar dulce congrega
y sabemos que el nido está vacío.
(De Muestrario de diarias emociones)
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Este poema participa en el
I Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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