EL MÉDICO
Pase sin más, hasta la alcoba, urgente,
quien el genio de Hipócrates emula;
sepa por qué mi sangre se coagula
y el pulso me funciona débilmente.
Ausculte el corazón, calme a la frente
duelo y ardor que el numen estrangula
y al grave malestar se me atribula
tanto el alma, que vivo inútilmente.
Venga ya el fierabrás. Bálsamo sea
y quédese el poeta como estaba,
ni bien ni mal, en teoría, bueno.
Que, enfermo imaginario, a su odisea,
sano y salvo, ya sí, vuelve y recaba
de nuevo soledad. Gracias, galeno.
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Este poema participa en el
I Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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