ERA LA TARDE UNA ROSA
Todo era azul delante de aquellos ojos y era,
era la tarde una rosa vestida de primavera,
era el aire una gardenia que crecía
en el jardín de los sueños.
Eran tus labios dos fresas que lastimaban mi pecho.
Eran tus manos palomas que volaban presurosas
por esos cielos de calma, azulados como el verso.
Era tu talle palmera cimbreando a contraluz
en las pestañas del tiempo.
Eran tus ojos espejos, cristales fosforescentes
que me acercaban la imagen
del jardín de las delicias.
Tus mejillas, luminosos arreboles
en una tarde de estío.
Tu corazón, un jacinto que se mecía en el viento
al compás de algún poema.
Y tu cabello un trigal, rebosante de amapolas
que danzaba presuroso
al son de una melodía.
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