La vida es este
dulce laberinto de sal
en el que nos encontramos
perdemos
y volvemos a encontrar
como vaivén de
lenguas en un beso.
La muerte es ese reloj perfecto
contra el que nadamos
inútilmente
para no ahogarnos.

Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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