Se ha sacudido el polvo del camino,
no le ha construido una urna
ni lamenta la pérdida de aquellos soles breves
que abrazaron su cuerpo.
Se ha sentado al pie y a la sombra
del ciprés que no cede, nunca rinde,
sus hojas a un vano y futil viento.
Sabe que no hay más trono ni gloria
que el dibujo con que signa su frente
esa nube que pasa.
Ha cerrado los ojos y sonríe
y brinda en soledad con un vaso de agua.
Duerme el halcón
a sus pies. Se olvida
de más altura.

Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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