18/3/12

POEMA de BELÉN HERNÁNDEZ GRANDE - 1

Acariciando mi tristeza

Con silencioso sigilo os hablaré de ella,
no vayamos a espantar a tan tierna siamesa.
Sin hora ni aviso, atraviesa la ventana entreabierta
y de puntillas, dibuja su sombra en el blanco y vacío color del alma.
Una tacita de tibio llanto; triste leche que lame y lame con sed de consuelo,
de vez en cuando con galletas y en sus bigotes se posan migajas de melancolía.
A la luz de media tarde, desordena los ovillos del recuerdo;
Felina y revoltosa, juega a enredar madejas de memoria.
Más tarde, el silencio se pierde en el eco de su cascabel;
Pretende entonar la sorda canción de la esperanza.
Es la hora de cenar: sardinillas tristes con sus uñas desmenuza,
quedando solo una raspa solitaria que duerme en porcelana
pues de la alegría, solo deja la espina.
Por cierto ¿ya os dije que mi gatita se llama Tristeza?

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Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"

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