Caminé entre pehuenes centenarios
que arrancan su vida a las piedras
más allá de los lagos, en la cordillera
hecha de lava y de sombras.
Bajo sus brazos extendidos
me sentí pequeña, una intrusa
como un insecto entre gigantes,
como un guijarro junto al mar.
Estaban aquí antes que los hombres,
y aquí estarán, bajo las estrellas
cuando la tierra cubra mis huesos.
Si pudiera nutrir sus raíces,
yo también sería inmortal.

Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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