29/2/12

POEMA de RICARDO LÓPEZ LORENTE - 3

Mueves ojos al compás de la isla,
y tus manos aún sostienen el mismo sueño:
Creo que nada se distrajo.
(El mar era el mar, y crece alambrado
a la canción hecha para el viento.)
Acostándote, como cuando la gente se escondía dentro del árbol,
abrazas la imagen en el pétalo que cae
y todo se aferra a una música suave.
Con extremidades azules rayas el día
y toda esa voz crece como un círculo.
Percibes la virtud migrar seis veces sobre el abismo.
Sentada en la misma calle que te vio morir,
dejas un espacio que convierte sus pies descalzos en alas eternas,
flotando en el horizonte hasta que desaparece.

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Este poema participa en el
III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"

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