Cometo asesinatos dobles, triples,
cuádruples como bypasses aciagos
y me olvido de masacrar lo obvio.
¡Desagüen los mares! ¡Sequen la isla!
Nada hay de común entre ella y la tierra.
Su primavera aguarda bajo el fondo.
Es toda una hazaña. Mi venganza.
Pero tan fría como un cañón de pistola.
Siento nacer en mí un hombre nuevo
–sádico criminal de ruiseñores–
y a mi insomnio, regresan las locuras
allá donde los ahogados duermen.
¿Mi trineo? Un ataúd de niña blanca
y pura. Un ataúd blanco de pura niña.
Un puro ataúd de niña negra. E impura.

Este poema participa en el
III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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