LAS ORTIGAS DEL OLVIDO
Y puedo oler el humo del incienso
Y el aroma de la cera que arde.
Lo juro, y con tanta intensidad
Que me duele el recuerdo como una úlcera.
Y me veo en la acera de la calle,
De la mano de mis padres, viendo
temblar a los faroles del Cristo
Y el tintineo de la copa de anís
Y el sabor de la aceitada de ahora
Me confirman la esterilidad de la nostalgia
Atacada siempre por la distancia
Y las ortigas del olvido.
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Este poema participa en el
III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"
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