Cascabeles encendidos rugen letanías en la noche,
luciferes ensangrentados elevándose en el infinito
y terremotos en las cabezas
y derrumbamientos en las palabras.
Es fatiga, es sentimiento,
Remordimiento, ¡idolatría!
¡Cállate ya ser infame!
¿Quién eleva plegarias al viento?
Yo piso el manto de la impura,
infinitos cayéndose a mi paso,
esqueletos que surgen de entre el lodo.
Hay ponzoña en las tinieblas,
carnes del infinito.
abrazaros a mi gozo mortales
bailemos cánticos negros.
Rumiantes de dos cabezas
serafines impuros y negros,
decrépitos escritos acrisolados,
crines de caballos execrables.
Caminos de lujuria desmedida,
brújulas estrujando mil jirones
y gigantes que en su peso ya aplastado
gritaban agonías pasajeras.
Queda el yo, pero no es nada,
Y quedas tu, ¿O ya no quedas?
Esperando mil quimeras trasnochadas,
practicando estridencias entre estrellas.
Qué pasajes ya pasaron por tus manos,
qué pasajes ya gimieron ante el llanto,
los que ahora te acorralan y te acechan,
Las batallas del amor y un parco cielo.
(poema fuera de concurso)
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