29/3/12

POEMA de CLAUDIA GRACIELA ROIZ - 3

Despedí a mi amigo sin pestañear, como si su partida no fuera para siempre.
Algo comprendí en aquella verde pradera.
Su ausencia se me hizo pura presencia. De nada valían las lágrimas, ni los pesares.
Era para siempre.
No nos despedimos, no cerramos el trato del tiempo compartido.
Es como si el espacio nos alejara, para que el tiempo haga su trabajo.
¿Serán el tiempo y el olvido sinónimos?
Se cierra un capítulo y con él ese pedazo de vida en el que abundaban los asados de domingo al mediodía y el fútbol con mate a media tarde.
Me propuse escribirte amigo, escribirle a la vida y a sus atentados. Me dije que la vida que se escribe, se cura.
Y aunque la letra sanadora no llegue hoy a mi alma, barre con sus trazos mi melancolía.
De a poco seca mis lágrimas y llena el espacio vacío de palabras.
Y despejo con frases el mundo, en la ilusión de la letra que no es otra que la de la vida.
En el mismo instante en que descubro la única verdad, tu despedida.

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Este poema participa en el III Concurso de Poesía "Corazones Lateversos"

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