CANTO RODADO
Nunca sabré
qué mano, bota, palo,
moverá mi destino.
Hasta aquí
hubo aguas y vientos que olvidé.
Partí,
de qué montaña.
Me confié en el barro
y al despertar
fui troceado por un duro sol.
Qué despistado pájaro,
qué nuevo impulso, bote y erosión
redondeará mi alma.
Seré vasija, iglesia,
en qué esquina olvidada
crecerá mi universo.
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